Palacio Real de Caserta - Apartamentos Reales, Parque y Jardin Inglès




El Palacio Real de Caserta (en italiano Reggia di Caserta) es un palacio barroco situado  en la región italiana de Campania. El edificio fue encargado por el rey Carlos VII para que sirviese de centro administrativo y cortesano del nuevo Reino de Nàpoles, al tiempo que símbolo del poder real. El monarca quiso dotar a la dinastia Borbòn-Dos Sicilias de una residencia de la talla de Versalles.
El arquitecto elegido fue Luigi Vanvitelli, en cuya obra predominaba el Barroco racionalista, muy próximo al Neoclasicismo. Vanvitelli se hizo cargo del diseño del parque y los jardines, aparte de dirigir las obras del palacio.

No obstante, Carlos jamás vio su proyecto finalizado, pues tuvo que partir de Nàpoles para ocupar el trono español a la muerte de su hermano, Fernando VI. El palacio sirvió de residencia veraniega a su hijo Fernando y a los demás monarcas de las Dos Sicilias hasta su incorporación al Reino de Italia.
El rey Víctor Manuel III lo donó al pueblo italiano en 1919. El edificio, junto con los jardines y el complejo arquitectónico de San Leucio, fueron declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1997. En la actualidad es un museo abierto al público y ha sido empleado en varias ocasiones como escenario para películas de ficción.




El palacio se propuso como un edificio de enormes dimensiones (una superficie de 44.000 m2) de planta rectangular. Del pabellón central arrancarían cuatro galerias alrededor de un patio en forma de plaza, una estructura utilitaria muy similar a la del Palacio de Versalles. Las fachadas presentarían dos plantas principales sobre una doble primera planta de gran altura, siendo diseñadas exteriormente con dos pòrticos en los extremos y uno en el centro. De este modo, la estructura y organización interiores podrían ser observadas desde el exterior, al tiempo que los elementos arquitectònicos respondiesen a las exigencias funcionales del palacio. 


Además, otros cuatro patios fueron proyectados para iluminar las 1.200 habitaciones que se construirían, de las cuales sólo 134 serían destinadas a la Familia Real.

Se dispuso una sucesión de planos y espacios concebidos en una perspectiva escénica, que habrían de satisfacer las exigencias ceremoniales y administrativas. 



El palacio debía albergar un teatro, las oficinas estatales, una capilla y muchas otras dependencias palatinas, por lo que resultó muy difícil armonizar el conjunto. 



Vanvitelli supo alcanzar el objetivo del rey, emulando sus dos  palacios favoritos: Versalles y el Buen Retiro madrileño.









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